Si una autoridad municipal se equivoca, los perjudicados van a ser todos los habitantes de esa ciudad. Y si se equivoca un gobernador, los perjudicados serán los residentes de todas las ciudades que están dentro de la región que él dirige. Mas cuando se equivoca un presidente, los damnificados son todos los miembros de la nación, desde los niños, hasta los adultos, desde los que saben de política, hasta los que no tienen un mínimo de interés en el tema.
Ahora, pensemos en esto: ¿qué puede pasar cuando se equivoca un rey, una autoridad absoluta al que nadie controla y quien puede hacer lo que quiera? En eso precisamente pensaba Salomón, el famoso, rico y sabio rey de Israel, quien era la máxima autoridad sobre un inmenso imperio que su padre David le había dejado luego de consolidarlo tras años y años de guerras con los feroces pueblos vecinos.
Desde el mismo comienzo de su reinado a Salomón le preocupó el “no ir a meter la pata” en la toma de decisiones, fue por ello que cuando Dios le dijo que le pidiera lo que quisiera, él le pidió sabiduría, pues era muy joven e inexperto y debía ser el líder de millones de personas bajo su autoridad. Y al Señor le gustó tanto lo solicitado por este chico, que no sólo le dio sabiduría al por mayor, sino que le añadió toneladas de riquezas.
Y fue este Salomón el que escribió en Proverbios 21:1 una verdad que debiera estar escrita en el despacho de todo gobernante actual: “En las manos de Dios, los planes del rey son como un río: toman el curso que Dios quiere darles”.
Otras traducciones dicen que Dios inclina el corazón del rey a lo que Él, Dios, quiere. También se pudiera afirmar que así como las aguas van por un cauce, así Dios va llevando al rey a hacer lo que Él se ha propuesto.
Lo fundamental es precisar que si una persona quiere tomar sabias decisiones, “no meter la pata”, entonces debe consultarle todos sus planes a Dios en oración, y luego, a medida que el Señor le vaya guiando, día tras día, tomar el rumbo indicado, aunque le parezca ante sus ojos estar haciendo todo al revés, pues es Dios quien lo va a respaldar y lo va a sacar triunfante delante de todos.
Si alguna vez has visto un río desde un avión, seguro que has pensado que tiene demasiadas curvas y que sería mejor ir en línea recta. Y así parece a veces la guía de Dios, pero Él sabe llevarnos en su tiempo a la desembocadura.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.